Hay un mundo mágico dentro del corazón de cada guatemalteco

Por: Ana Isabel Villela

Ha llovido mucho desde que Mauricio Solís ganara el concurso de diseño del entonces nuevo edificio de la Alianza Francesa, el proyecto que lo catapultó, a él y a su firma Solís Colomer, como uno de los arquitectos mejor ranqueados y cotizados del país. Él, sin embargo, a la vez y calladita la boca, viene realizando desde entonces una serie de proyectos de servicio a la comunidad, como escuelas, hospitales, conventos o centros de espiritualidad, que dan sentido a su vocación.

¿Cuántos años haciendo arquitectura, Mauricio?

Solís Colomer cumple 24 este año, y yo había comenzado por mi cuenta un par de años antes.

¿Cómo surgió la vocación?

En cuarto grado de primaria ya no había duda de que sería arquitecto. Tengo dos memorias claves. Mi mamá era violinista, la música la apasionaba y recuerdo ir juntos a la Ópera de Garnier, en París, a ver Salomé, con unos diez años. Ella iba tarareando lo que íbamos a escuchar y yo me impregné de su emoción, sin imaginar que entrar a ese edificio grandioso iba a ser el mayor…

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