Los colores de María
Por: Ana Isabel Villela
En el diseño residencial de lujo, el manejo del color es un imprescindible. Y es que, más que una experiencia visual, el color incide en nuestras emociones, imprime carácter y determina la manera en la que percibimos un espacio. De ese expertise que la hace única, y de su vida y su trayectoria, platicamos con María de la Fuente de Bauer.
Nos reunimos con la arquitecta de interiores para conversar un rato sobre su pasión por los espacios curados y el diseño residencial de lujo, una especialidad que pocos tienen en Guatemala y a la que ella se dedica desde hace casi dos décadas. María es, ante todo, una amante del arte y del color, a los que considera el combo perfecto para crear un estilo de vida.
¿Por qué usamos poco el color en los interiores guatemaltecos?
No somos conscientes de que el color es mágico, de que incide en el estado de ánimo, y que puede cambiar nuestro estilo de vida. Hay colores que producen alegría, otros que dan paz, otros que evocan lo exótico… todos generan un mood, dan carácter a un espacio, y la arquitectura interior que no tiene carácter es como un plato sin sal. Yo amo el color.
Y la vida se vive a colores.
Exacto. Cada uno tiene un color de pelo, de tez, de ojos, es lo que nos hace únicos. La gente tiene reservas a la hora de meter un color fuerte sobre un área grande, pero bien utilizado, por ejemplo, en un tapiz, deja de ser cargado para convertirse en el tono del espacio, y combinado con dos o tres matices y algún acento en otra gama, generamos armonía y balance.
¿De dónde te viene el gusto por usar color en tus diseños?
Después de graduarme en Boston de Arquitecta de Interiores e Historia del Arte, me quedé trabajando para una firma que veía proyectos en la costa este de Estados Unidos. Después trabajé en España con un estudio que, entre otros, llevaba los interiores de la familia real de Arabia Saudita. Diseñamos apartamentos en Londres y París, y una casa en Marbella. También un hotel boutique en Botsuana. Fue un regalo, aprendí a usar el color.
¿Cómo defines tu estilo, entonces?
Es un estilo europeo contemporáneo. Siento un amor profundo por el arte en general; así como amo el arte barroco o el renacentista, que es mi favorito; me fascina el cubismo y el arte moderno, combinar una silla clásica, de estilo Luis XIV o Luis XVI, con una pieza moderna es armar una obra de arte. Me encanta mezclar.
¿Cuál es el punto de partida para diseñar?
Conocer a mi cliente, entender su estilo de vida. Hay gente que es práctica y otra que hace de su vida un ritual. Después le pregunto si algo no le gusta y, con esa información, me siento a soñar, a jugar con mi mente, mi parte favorita del proceso.
¿Te inspira un punto focal, una imagen, un color?
Te doy un ejemplo. Acabo de terminar un área de estar con cava de vino y bar. Queríamos un bar inglés, pero en un área exterior, como un club de caballeros, eso significaba evocar el verde oscuro del típico bar londinense. Y solo después pensar en los detalles, soy super detallista y sensible, y esa sensibilidad se refleja en el uso de la luz, en un olor, en la textura de una tela. Al final, me inspira Dios. Él es el arquitecto de la vida, el creador de los colores y si nos vamos a un nivel más filosófico, nos da dones, y todos tenemos el deber de desarrollarlos y de devolverle al mundo.
¿Cuesta lo mismo hacer la vida hermosa que no?
Con un profesional incluso se gasta menos, porque va uno a lo seguro, no hay prueba y error. Los ambientes deben transportarnos donde queremos. Un recibidor es una carta de presentación. Un baño de visitas es un canvas en blanco para ser creativos. Y un bar tiene que decirnos, tomémonos el traguito y platiquemos…
¿La cocina tomó ya el protagonismo que tiene en otras partes del mundo?
Vamos hacia allí. Ahora las cocinas son de diseño. Amo un ambiente abierto, ideal para compartir, bien ventilado. La comida une, donde hay alguien que cocina, hay gente alrededor.
¿Qué caracteriza el estilo de vida del guatemalteco?
Ha cambiado mucho en los 18 años que llevo trabajando. Ahora se aprecia el trabajo de un profesional, cuando comencé no era así. Entendimos que cómo vivimos determina mucho de nuestro estado de ánimo.
¿Cómo empieza esta pasión?
Crecí en una casa diseñada por el arquitecto Amerigo Giracca y el interiorismo de mi mamá, ella también estudió arquitectura interior. De su lado nos viene el amor por el arte. Además, nos dejó ser, somos cinco hermanos, y cada uno está realizado en lo suyo. Recuerdo oír de chiquita que mi tatarabuelo trajo la primera tina a Guatemala, el primer piano de cola, y eso me impresionaba, había un aprecio por el buen vivir.
El buen vivir involucra equilibrio, es hasta austero.
Equilibrio, balance, armonía, así uno es más libre. No es necesario derrochar para vivir bien. Me considero una persona conservadora desde mis valores personales hasta en mi forma de diseñar. La gente que está viendo siempre cómo llenarse, no ha encontrado el sentido. Una cliente me llamó el año pasado para decirme que actualizáramos sus espacios. Le hice su primera arquitectura interior en 2008, y me dice, estoy cambiando porque hubo un uso, una entrada de luz, un desgaste, no porque ya no me guste… Una delicia volver a esos espacios y decir, están vigentes.
¿Qué fue lo primero que hiciste al regresar a Guatemala?
Una agencia para la BMW, luego los interiores del banco industrial de zona 4, y más adelante, el primer Clio´s, con mis hermanos. Las casas fueron saliendo por el boca a boca desde el principio, tenía 25 años, a los 26 me casé, y a los 28 fui mamá.
¿Cuál es tu cliente ideal?
El que ve mi estilo y dice, confío al cien por ciento en lo que vas a diseñar. Los espacios terminan siendo una mezcla entre el sello del cliente y el mío.
¿Te acompaña la arquitectura ahora más de lo que lo hacía antes?
Los proyectos que comienzo de cero con el arquitecto son los mejores. Esas reuniones de mentes creativas opinando, creando, resolviendo son lo máximo porque se va fusionando la arquitectura exterior con la interior, y con el paisajismo. En esos espacios uno entra y dice, por qué me siento tan bien acá.
¿Qué te gustaría hacer que no has hecho?
No hay nada que no me llame la atención diseñar, hasta un hospital, que es tan contrario a lo que hago; un colegio Montessori con espacios de exploración; un teatro, que conlleva una experiencia completa…
¿Cómo compaginas trabajo y familia?
Me considero primero hija, tengo una linda familia con unos papás que llevan 50 años de matrimonio. Tengo un esposo maravilloso, llevo 17 años casada y soy mamá de tres bellos hijos. Lo primero es Dios, después familia y después trabajo. Me levanto muy temprano, rezo, leo un rato, la lectura es importante para mí, tengo mi espacio con una silla de Mies van der Rohe frente a una ventana por donde veo el amanecer. Luego, despierto a mis hijos, los llevo al bus, desayuno con mi esposo, hago pilates, y a trabajar.
¿Cuánto tiempo estás con cada casa?
Depende de la casa. Con una, por ejemplo, llevo cinco años, hemos trabajado cada espacio al ritmo del budget. Es un proyecto de vida lograr el estilo de vida soñado y estos proyectos, al ser de lujo, llevan su tiempo.
¿Qué muebles te gustan?
Me apasiona el mid century, y mezclarlo con color es lo que más me gusta. Así como puedo incluir una mesa Tulip de Knoll, o una silla Barcelona, tengo un atelier donde diseño muebles a medida para mis proyectos, voy mezclando. La gente me dice que abra una tienda, pero solo diseño muebles para espacios específicos. Aquí hay una mano de obra genial, tenemos gente muy capaz y estos diseños, combinados con telas belgas, francesas o inglesas son un espectáculo, cada proyecto es único.
¿Qué planes tienes a futuro?
Para mí trabajar es un gozo, me veo haciéndolo hasta que Dios me lo permita.
¿Qué quisieras que tus hijos imitaran de ti?
Que amen a Dios, que hagan las cosas con amor y pasión. Quisiera que me vieran como una persona íntegra y respetuosa, respetuosa en mis palabras, en mi manera de ser, en mis compromisos, mis tiempos… Me gustaría que dijeran: “Mi mamá era una persona que vivía de manera coherente”. Pero el legado más grande que quiero dejarles es que sean felices, porque alguien feliz se rodea de gente feliz y hace felices a los demás.